Nadie espera que una película de M. Night Shyamalan sea lógica pero, incluso teniendo eso en cuenta, sorprende hasta qué punto su nuevo ‘thriller’ es un sinsentido. ‘La trampa’ no solo pone en duda su propia credibilidad sino que la empuja, la tumba a puñetazos y la pisotea, en cada una de sus escenas. Protagonizada por un padre aparentemente amoroso y entregado que asiste junto a su hija al concierto de una diva pop llamada Lady Raven, y que no tarda en revelarse como el asesino en serie al que espera dar caza el enorme operativo policial desplegado en el recinto, es la ficción más ‘hitchcockiana’ del director, tanto porque intenta anteponer el suspense a la sorpresa -que nadie espere de ella el tipo de grandes giros finales que tanto gustan a Shyamalan- como porque trata de hacernos empatizar con el criminal.

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