El otro día le pregunté a una amiga de mi quinta (tenemos cincuenta y tantos: no hace falta que concretemos…) qué le parecía Broncano, y me respondió: «Me gusta muchísimo, pero no le entiendo». No hay más preguntas, señoría. Ya está, que nos hemos hecho mayores, Marta, que la conversación va por otro carril, que las cosas suceden en sitios donde no estamos ni tú ni yo, que la vara de mando ya le pertenece a otros.