En un momento de crispación en el aula de un instituto belga donde la protagonista, Amal, imparte clases, esta dice a sus alumnos: “Alá no tiene ni voz ni voto en mi clase”. En las primeras conversaciones se habla de la pena de muerte, religión, yihadismo, racismo, intolerancia y discriminación, pero el filme focaliza rápidamente el conflicto entre el credo islámico y la homosexualidad. Monia, una de las alumnas, acaba por declarar que es lesbiana, y se desata una fiebre homófoba que no solo afecta a los alumnos de diversas creencias, sino, y quizá de forma más determinante, a las convicciones a veces tan frágiles, cuando no miserables, de algunos de los profesores.

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