El documental de Joshua Oppenheimer ‘The Act of Killing’ (2012), sobre el impacto sostenido del genocidio perpetrado en Indonesia en 1964 y 1965, es una de las grandes obras cinematográficas de este milenio. Tanto aquella película como su secuela, ‘The Look of Silence’ (2014) -ambas nominadas al Oscar en su día-, eran retratos demoledores de la impunidad de gente corriente involucrada en actos atroces, y ese tema también es explorado, aunque de forma muy distinta, en su primer largometraje de ficción. ‘The End’ es una distopía que observa la acomodada vida que una familia absurdamente rica lleva dentro de un búnker 25 años después de que sus propias acciones hicieran del planeta un lugar inhabitable; de vez en cuando, sus miembros rompen a cantar canciones que evocan el brillante colorido de la Edad de Oro de Hollywood incluso cuando su idílica existencia empieza a verse quebrada por la culpa, la vergüenza, el resentimiento y el arrepentimiento.

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