En su debut en el largo, la directora Louise Courvoisier pone el foco en la adolescencia, en una adolescencia concreta: la de los que sufren una pérdida prematura y se ven obligados a crecer, cuidar y tomar decisiones antes de tiempo. Para ello cuenta la historia de Totone (Clément Faveau), un chaval de 18 años, vecino de una localidad rural de la región francesa del Jura, que debe encontrar la manera de salir adelante con su hermana de 7 años cuando una tragedia golpea a la familia. Se le ocurre presentarse a un concurso de quesos Comté, típicos de la zona. Con ese punto de partida, Courvoisier propone una película cuya principal virtud es ahondar en asuntos complejos, también muy tristes, con un equilibrio en el tono muy difícil de conseguir. Quizá porque no olvida jamás que, pese a las adversidades, sus personajes tienen la energía de la adolescencia y aún no han perdido la curiosidad y las ganas de divertirse, cuenta la historia de Totone y sus amigos desde un lugar positivo.

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