Hubo un tiempo en el que la vendimia se vivía de forma intensa. En las zonas vitícolas las cuadrillas convivían durante semanas compartiendo horas de trabajo en el campo, con sus vetustos carros ‘impulsados’ por animales para cargar los racimos y con aquellas comidas, a pie de viña, a la sombra de las parras, para reponer fuerzas y continuar vendimiando hasta que se escondía el sol.

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